Antártica: un “paraíso” para los extremófilos y un laboratorio natural para la Dra. Jenny Blamey

Seminario de la investigadora, desarrollado en el Auditorio del Edificio Rector Eduardo Morales Santos, trató sobre la diversidad y relevancia de estos microorganismos.

Uno de los efectos que ha provocado el calentamiento global ha sido la retirada de los glaciares y, por ende, la aparición de microorganismos antes no descritos en Antártica. Tema predilecto para la académica de la Facultad de Química y Biología, la Dra. Jenny Blamey, quien ve en el continente blanco “su sitio favorito” y “un paraíso” para el estudio de extremófilos, microorganismos capaces de sobrevivir a condiciones extremas.

 “Con el calentamiento global, tomar muestras, estudiar y trabajar con estos microorganismos adquiere tremenda relevancia porque se muestran suelos a los que no habíamos tenido acceso. Pareciese que no hay nada, pero la verdad que en todos los ambientes extremos que hemos descrito, existen” señaló la Dra. Blamey en el contexto de su seminario “Coexistencia de una inusual diversidad microbiana en Antártica”.

“Nos interesa descubrir nuevas enzimas que puedan hacer transformaciones que tiendan a reemplazar aquellas que generan productos altamente tóxicos”, apuntó la investigadora quien, en un contexto más amplio, dio a conocer la importancia que tienen estos microorganismos en una amplia diversidad de procesos industriales.

Sin ir más lejos, durante el seminario comentó la política que han adoptado grandes empresas internacionales para transformar sus catálisis químicas, de acá al 2030, por biocatálisis “y las únicas enzimas que hacen eso son las enzimas de extremófilos: plantas, organismos, hongos, lo que sea”.

“No podemos seguir contaminando nuestro planeta. Realizar química verde y utilizar este tipo de enzimas para las biotransformaciones es un deber” agregó la académica durante la actividad que se enmarcó en el ciclo de seminarios que organizan e en conjunto el Departamento de Biología de la Facultad de Química y Biología y el Centro de Biotecnología y Acuicultura (CBA) de nuestra universidad.

 

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Por: Nicolás Gaona Reydet