Dra. Iriux Almodóvar Fajardo: “Quiero transmitirles a las y los estudiantes que sí se puede hacer las cosas de forma diferente”

Química que explora el lado humano de la ciencia, impulsa la innovación verde y desafía paradigmas para transformar la docencia y la sociedad desde el laboratorio docente.

En la carrera de Iriux Almodóvar Fajardo, su fascinación por la Química trajo pronto la necesidad de abordar sus impactos. Hoy se dedica a innovar desde la Química Verde, una manera de contribuir desde su disciplina de forma más ética a la sociedad, objetivo que se propuso como investigadora, y que hoy traslada también a su liderazgo en la academia.

Persiguiendo este objetivo, en 2024 aceptó dos desafíos: el Vicedecanato de Docencia y Extensión de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile, y la Coordinación del Eje de Armonización Curricular del Consorcio Science Up, representante de su Facultad, ámbitos de acción desde donde se pueden catalizar cambios a través de la innovación en las mallas curriculares.

“A los estudiantes hay que transmitirles que se pueden hacer las cosas diferente, lo que no solo los entusiasma a ellos sino que a toda la comunidad, impulsando el trabajo colaborativo”, indica al mirar el impacto de los programas implementados por este proyecto Ciencia e Innovación para el 2030, el cual ha apoyado a decenas de estudiantes y docentes de su Facultad, fortaleciendo la innovación.

Inicios: entre aventura, disciplina e igualdad

Desde pequeña fue curiosa, buscando cómo funcionaba cada cosa. “No quedaba juguete bueno”, recuerda entre risas, pues todos terminaban desarmados en esta búsqueda. Un espíritu inquieto que ya se perfilaba hacia la ciencia teniendo como referente a su tío, investigador en alimentación animal. 

“Él viajaba mucho y eso me encantaba. También, debo decir, que en Cuba se le daba mucha importancia a la ciencia. Ser científico era ser alguien muy importante, y todos y todas podíamos soñar con serlo, no solo los niños. Desde que nosotros éramos chiquitos, siempre estaban relevando a las niñas, promoviendo la igualdad”, recuerda, señalando que incluso en la televisión se proyectaban animaciones para concientizar sobre la igualdad.

Desde su rol como Vicedecana, observa la realidad de su Facultad, caracterizada por una alta participación femenina, con un 62% de mujeres matriculadas en pregrado durante 2025. Si bien las capacidades de las estudiantes son reconocidas, persisten desafíos como la carga mental. Aún hoy, las tareas del hogar recaen principalmente en ellas, por lo que su apoyo a las iniciativas para concientizar sobre la corresponsabilidad responde no solo a una convicción personal, sino también a su propia experiencia.

Por un futuro mejor

Con ese espíritu, Iriux orientó su carrera hacia la investigación en química, siempre buscando que el conocimiento tuviera impacto y contribuyera a una sociedad más sostenible. Durante su doctorado, estudió las reacciones químicas involucradas en la formación de enantiómeros, moléculas que se relacionan como una imagen reflejada en un espejo, pero que no son iguales. Análisis fundamental en el desarrollo de medicamentos, ya que pequeñas diferencias pueden cambiar completamente su efecto en el cuerpo.

“El caso más famoso es cuando se utilizó en los años ‘60 la talidomida, medicamento que se le daba a las mujeres embarazadas. Lo que ocurrió fue que algunos niños empezaron a nacer sin miembros, les faltaban brazos, piernas. Lo que pasaba era que uno de los enantiómeros funcionaba como sedante y disminuía las náuseas matutinas, pero el otro tenía efectos teratogénicos, o sea, afectaba el desarrollo del feto. Entonces, se descubrió la importancia de que los compuestos farmacéuticos sean enantioméricamente puros”, señala. 

El cambio de orientación hacia la Química Verde surge tras asistir a una charla sobre el uso de microondas en síntesis orgánica, tecnología que permitía realizar reacciones químicas en mucho menos tiempo y con un considerable ahorro de energía, en comparación con los métodos tradicionales, técnica que incorporó en sus investigaciones. 

“El conocimiento va avanzando y se van descubriendo los efectos negativos de algunos compuestos químicos. Por ejemplo, antes trabajaban con mercurio porque no sabían que era dañino, hasta que se descubrió. Así ha sido con la química. Seguir produciendo lo mismo, sabiendo que estás haciendo daño, para mí es inconcebible. Por eso me dediqué a la Química Verde, porque quiero transmitirles a los estudiantes que sí se puede hacer diferente”, expresa. 

Una motivación que hoy la lleva a revisar su manera de investigar. Junto a ingenieros industriales, evalúa la huella ambiental de los laboratorios docentes de química orgánica mediante análisis de ciclo de vida, que considera el consumo de energía, agua y generación de residuos. 

“Estoy segura que, al mostrar el impacto ambiental de los laboratorios, se generará conciencia al respecto y todos irán incorporando acciones para tratar de disminuirlo, porque la idea es esa, hacer cambios que permitan mejorar el impacto que tenemos como Facultad y conozco a nuestra comunidad, se sumarán”, concluye. 

 

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Por: Science Up