PhD. José Zagal y su medio siglo en la Usach: “No siento la carga de los años”

El reconocido científico repasa su vida ligada a la Corporación, la que comienza en 1973 con su llegada a realizar ayudantías y laboratorios al pregrado, como también sus funciones como investigador. En esta entrevista nos habla sobre su proceso de jubilación que recién está comenzando, del cual dice que no está relacionado con una desafección por la ciencia, sino con el deseo de dedicarse a sus múltiples pasatiempos.

En abril de este año, el World Scientist and University Rankings 2023 indicaba que el Dr. José Zagal Moya, del Departamento de Química de los Materiales de nuestra Universidad, ocupaba el primer lugar a nivel institucional, y el lugar 28 a nivel nacional de un total de 4.720 investigadores chilenos e investigadoras chilenas incluidos en ese ranking, en publicaciones referentes a las áreas de las ciencias naturales y exactas.

Se basaba en los valores totales y de los últimos 6 años del índice i10, el índice h y el número de citaciones en Google Scholar que tienen los artículos científicos en los que participa como autor principal o coinvestigador.

En 2017, el químico fue aceptado como Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina. Un año más tarde, la Royal Society of Chemistry, del Reino Unido, le otorgó el premio Fellow 2018, por sus “contribuciones sobresalientes” a diversas áreas de la electroquímica.  En 2021 fue incorporado como Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias.

A estos reconocimientos se suma la que recibió con motivo de los 50 años de servicios ligados a nuestra Casa de Estudios, de los que dice sentirse “satisfecho, porque siento que con mi trabajo he logrado aportar con un granito de arena al prestigio nacional e internacional de esta universidad, situación que jamás soñé cuando ingrese a la Usach en 1973”.

Remarca su agradecimiento a la Universidad de Santiago de Chile por el apoyo constante y sostenido a su trabajo académico recibido a través de diferentes administraciones.

Para él, estas cinco décadas, desde el punto de vista temporal, “no son nada… me parece que entré ayer. Perdí la noción del tiempo. No siento que llevo 50 años (hace una inflexión con la voz como si fuera una carga). No me siento así, a pesar de que estoy a punto de jubilar, no siento la carga de los años”, remarca el químico. “Al contrario, durante ese tiempo me dediqué con mucho entusiasmo a lo que me apasiona y logré formar un buen número de investigadoras, investigadores y profesionales, especialmente en el ámbito de la química y la ingeniería”, agrega.

Respecto a las condecoraciones que ha recibido a lo largo de su exitosa carrera, el Dr. Zagal aclara que no son méritos propios solamente, sino que están cimentados en un trabajo colectivo, ya que también reconocen “al grupo de trabajo que involucra a estudiantes, colegas y colaboradoras y colaboradores del extranjero. La ciencia no la hace uno solo, se hace además con mucha pasión. La electroquímica, que es la ciencia que yo practico, se hace en grupos multidisciplinarios”.

“La pasión en el trabajo es muy importante y eso no solo es válido solo en la ciencia.  Por otra parte, la competencia no la veo muy sana.  Como decía Humberto Maturana, no es una virtud, sí la colaboración. La competencia llevada a un extremo puede llevar a prácticas reñidas con la ética y la moral”, asegura José Zagal.

Inicios en la Universidad Técnica del Estado

José Zagal ingresó como profesor de la Universidad Técnica del Estado en marzo de 1973. De esa época recuerda: “No conocía el ambiente químico acá, pero cuando llegué me sorprendió gratamente ver académicas y académicos de mucho prestigio internacional para la época.

Los admiraba por ser dignos de imitar. Venían de Argentina, Brasil, Canadá, Alemania, quizás se me escapa algún país, pero era un muy parecido a las universidades americanas u europeas que son cosmopolitas ya que buscan la excelencia, no importan de donde vengan. Allá conviven estudiantes de todas las razas, etnias, países, etcétera. En ese sentido, la UTE era más cosmopolita que la Universidad de Chile”.

A seis meses de su llegada, ocurrió el Golpe de Estado. “Alcancé en esos meses previos a sentirme parte de esta comunidad entusiasta y muy seria por la ciencia. No había lugar para la política, a pesar de que había un ambiente crispado en el país. Pueden decir lo contrario, pero no en química por lo menos. Era un espacio académico tan rico;  vino hasta un doble Premio Nobel (Linus Pauling, Premio Nobel de Química y de la Paz) a dictar charlas, también la primera mujer astronauta en ir al espacio, Valentina Tereshkova”, relata.

Tras el 11 de septiembre se desmotivó por la partida de muchos y muchas de sus referentes y por el desinterés que podría despertar la ciencia en las nuevas autoridades, pero la realidad fue otra.

“Los profesores jóvenes que no teníamos el grado de doctor, debíamos doctorarnos a la brevedad. Es decir, ya había una presión para subir el nivel académico del profesorado. Mucha gente se quedó haciendo su postgrado en Chile, yo preferí ir al extranjero por razones técnicas. Afuera uno aprende otro idioma, se aprende a convivir con otro tipo gente, como otras formas de pensar también que es muy importante en la ciencia. En ese sentido, Estados Unidos no tiene y no tenía nada que ver con nuestro país”, asegura.

En el país del norte permaneció hasta 1978, donde hizo grandes amigos. Regresó en 1982 a hacer un postdoctorado por varios meses.

Investigador

El trabajo científico del Dr.  Zagal se ha enfocado principalmente en el estudio de leyes que rigen las velocidades de reacción asociadas al comportamiento de compuestos en determinadas reacciones electroquímicas, además, sus investigaciones se relacionan a conductores, electroquímica de complejos metálicos, corrosión, sensores electroquímicos y electrodos modificados, que lo posicionan como un líder de renombre internacional en la disciplina.

Parte de esa labor está plasmada en más de dos centenares de artículos científicos. “En 1974 publiqué mi primer artículo con los resultados de mi tesis de pregrado en la Universidad de Chile; después vino el segundo con un profesor argentino de esta Universidad, (Juan) Costamagna antes del doctorado, cuyo borrador comencé a escribirlo en el sofá de una clínica mientras nacía mi primer hijo. Luego, en Estados Unidos hice cuatro artículos más. Después volví y no he parado, porque esto es muy entretenido. Tengo como 222 artículos publicados e indexados. Tanto en mi tesis de pregrado como en la de doctorado no se cumplieron los objetivos trazados inicialmente, pero se encontraron cosas nuevas y originales que es lo importante", indica. 

Por este motivo, “en la investigación es muy difícil saber el resultado final y si tú ya lo sabes no es realmente una investigación creativa donde no se descubre nada nuevo. Los fracasos son muy importantes en ciencia también, pero a veces somos un poco castigadores con el estudiantado en este sentido”, dice.

Por otra parte, “al publicar artículos científicos en revistas internacionales no solo se divulga el trabajo y el nombre de la universidad, sino que alumnas y alumnos participan activamente y aprenden el rigor y la excelencia del trabajo científico ya que son revisados, evaluados y validados por pares extranjeros expertos en el tema. Además, los artículos científicos son muy valorizados al momento de acreditar las universidades.  Finalmente, publicar enseña al investigador y a la alumna o al alumno a tener una autocrítica.  Es interesante, pero en la actividad científica, la calidad del trabajo la evalúan otros. Esto conduce además a un constante aprendizaje durante toda la vida, a una renovación del conocimiento”, asegura.

Esta prolífica actividad, explica, le ha permitido relacionarse con científicas y científicos de distintas partes del planeta. “Las publicaciones a medida que se van leyendo y citando, comienzan a aparecer en los rankings. Si las leen o citan mucho, significa que está atrayendo la atención del mundo de la investigación y eso va generando colaboraciones también, participación en cuerpos editoriales etc. Yo los últimos años tengo muchos trabajos con gente de, Italia, Francia, Israel, Estados Unidos, entre otros países. Ahora mismo me escribió una persona de Estonia que quiere que le colabore a escribir un artículo en conjunto y lo vamos a hacer”, anuncia el químico.

“No me considero un profesor tan exigente”

En el medio siglo al servicio de la Universidad, el científico oriundo de Talca ha sido director del Departamento de Química (hoy son dos departamentos) y del programa de Doctorado de la Facultad, formando a varias generaciones de investigadoras e investigadores. Sobre ese rol, dice que le gusta hacer clases, pero que con el pasar de los años comenzó a centrarse más en el postgrado, aunque mantuvo su docencia de pregrado. Aclara que esa tendencia fue natural y no por un prejuicio.

Además, “la juventud ha sido siempre muy similar. Hace un año o dos mil años atrás. A mí me gusta mucho un escrito que leí por ahí con el cual no concuerdo, que dice : “Los jóvenes de hoy no son como los de antes. Firma Aristóteles, Julio César, etc.”. Entonces pensar que la juventud actual no es tan virtuosa como la de antes, es falso.. A pesar de todas las críticas que se puedan hacer a la generación actual y a millennials (como su materialismo y su narcisismo), la verdad es que hay todo un corpus de investigación que sugiere que son más cooperadoras y cooperadores, empáticas y empáticos, más flexibles y tolerantes con las opiniones ajenas. Ser joven es sinónimo de cambio, progreso, futuro. En ese sentido, la ciencia siempre debe ser joven”, puntualiza el Dr. Zagal.

Consultado por su quehacer como académico en el aula y por el premio Fellow 2018 de la Royal Society asegura no ser un docente tan exigente. “Porque yo creo que las personas muestran sus verdaderas capacidades cuando están trabajando en investigación, en el hacer, no en la sala de clases. Por ejemplo, si yo fuera profesor de música y un alumno quiere aprender o seguir perfeccionándose, yo no le voy a preguntar la partitura de la música de la guitarra, sino que simplemente voy a escuchar como toca lo más importante: el sonido. Cómo mejorar el sonido.  En la cancha se ven los gallos dice el dicho. Nosotros tendemos a evaluar por las calificaciones, que pueden ser regulares o buenas, pero uno quiere que el estudiantado llegue a ser muy diestro en el laboratorio, ojalá creativo y curioso, y que le apasione la actividad asegura. Por supuesto que esto puede ser diferente en otras disciplinas.   Yo estudié teatro hace muchos años y participé en un par de obras y lo único que importaba era la actuación”, destaca.

En esa dirección, indica que comprobar teorías no lo satisface como científico, puesto que para él “la ciencia es un puzzle. Uno va rellenando espacios antes vacíos y al final lo completas y cuando eso ocurre, se hace una publicación; después otro, la continuación del anterior o algo totalmente nuevo. Hay que romper paradigmas. Hay investigadoras e investigadores que trabajan por objetivos. Por ejemplo, yo ando buscando una vacuna y me focalizo en eso, pero la ciencia por curiosidad no tiene poco o nada de objetivos específicos. Generalmente se llega a cosas muy interesantes, novedosas y muy prácticas.  Muchos grandes descubrimientos se han hecho por casualidad como la penicilina, el GPS, el microondas, los rayos X, la radioactividad, el Viagra, la fisión nuclear solo por mencionar unos pocos”.

Jubilación y tiempo para hobbies

Para muchas personas la jubilación es sinónimo de viajar, realizar actividades que por tiempo antes eran imposible realizar. Para este profesor distinguido de nuestra Casa de Estudio, esta época de la vida sirve para eso y para seguir haciendo cosas. Actualmente está comenzando este proceso, del que explica no está relacionado con que hayan surgidos grados de desafección por la ciencia.

“Lo que pasa es que necesito más tiempo para mis hobbies. La pintura, la poesía, la música, el dibujo, la gaita escocesa son algunos y los tengo un poco abandonados, porque la ciencia es muy absorbente, entonces antes de partir (apunta al cielo) quiero ir un poquito más lejos con esas aficiones. (…) pero también voy a seguir haciendo ciencia. Me estoy reinventando constantemente. Hay gente que me dice que no jubile que siga con la ciencia, hasta el fin, pero esto de ser multifacético a veces es un problema”, justifica y ríe el licenciado en Química. Actualmente afirma que trabaja en un texto con un científico alemán donde él está aportando con chistes y caricaturas.

Para el profesor Zagal los pasatiempos son muy relevantes en su vida. Uno de ellos, y quizás el más conocido por nuestra comunidad universitaria, es su afición por las locomotoras a vapor y los trenes antiguos. A tal punto llega su interés que construyó una de gran tamaño que está en su casa de San José de Maipo, donde también tiene una que armó un amigo de él. “Quería saber cómo funcionaban. Con eso hice prácticamente un doctorado en construcción de máquinas a vapor. Tuve que estudiar bastante y leer mucho. Todavía tengo cajas con piezas metálicas que no ocupé o no sirvieron, pero no me importa, porque lo hice”, enfatiza.

En ese sentido explica que la máquina de vapor está ligada al nacimiento de la termodinámica como disciplina y al comienzo de la revolución industrial en Europa y Estados Unidos, revolución que en Chile lamentablemente nunca ocurrió y que marcó el gran desarrollo de esos países.

El montaje de la máquina puede parecer una idea descabellada y difícil, pero en la vida del Dr. José Zagal Moya este tipo de proyectos son una constante. Por eso no extraña que diga que le gustaría que desde la Universidad de Santiago de Chile surja un o una Premio Nobel en el futuro. Una o uno y más. No contratado, sino que sea de acá. Hay que pensar que son seres humanos, muy inteligentes y creativos, y acá tenemos gente muy buena. ¿Por qué digo esto? Porque si uno se pone metas muy altas, puedes llegar ahí. Cuando te pones metas mediocres, llegas hasta ahí no más”, asegura.

Finalmente, comenta que al presidente John F. Kennedy “una vez le preguntaron por qué quería enviar un hombre a la Luna y él respondió: porque es difícil. La carrera espacial significó un desarrollo y avance colosal de muchas disciplinas y tecnologías que usamos hoy. Argentina tiene cinco Premios Nobel, tres en Ciencia y surgieron de universidades como las nuestras. Hay que crear las condiciones para que ello ocurra”, concluye. 

Autor: Claudio CortésFotografía: Manuel Urra