Clase abierta y gratuita: Fármacos II y el nuevo escenario para los medicamentos y dispositivos médicos
Analizan dificultades y desafíos de la investigación científica
La actividad, que fue convocada por la Facultad de Química y Biología, tuvo como objetivo dar a conocer la situación de la investigación científica y tecnológica y analizar las claves de una política pública en el área.
El académico de la FAE Víctor Salas abrió la presentación, asegurando que si se quiere generar más producción de conocimiento científico básico o fundamental es el Estado el encargado de financiarlo.
Afirmó también que Fondecyt es la institución destinada a promover la producción científica nacional y de acuerdo a las últimas evaluaciones para Hacienda se ha cumplido con esta meta. Asimismo, agrega el académico, el informe de Scimago LAB, 2013, indica que Chile “muestra la mejor relación de documentos por población”, pasando de 134 a 388 documentos por millón de habitantes entre 2001 y 2010 y que “los investigadores chilenos son los más productivos de la región”, entre 2001 y 2010 pasa de 0,43 a 1,26 documentos por año por investigador. Pero, aunque hoy en día Chile está produciendo más papers, la calidad ha bajado porque éstos no se encuentran en las revistas Scopus de mayor impacto, situación que no ocurre con las publicaciones derivadas directamente de proyectos financiados por Fondecyt.
Más adelante, el académico Salas aclaró que investigación e innovación son dos conceptos que el Estado tiende a confundir, “no siempre la investigación básica lleva a la innovación, no es una relación de causalidad, pero la innovación no se sostiene en el largo plazo de no contar el país con una producción en investigación fundamental que posibilite nuevos conocimientos en ciencia y en tecnología”.
Finalizó planteando algunos elementos para la política de desarrollo científico y tecnológico, entre ellos, que las universidades son factores básicos para el desarrollo de I+D+I; que la estrategia de desarrollo nacional es determinante como orientador de áreas prioritarias para el desarrollo científico y tecnológico; que se requieren más recursos para la investigación y para la formación de capital humano avanzado; y que la institucionalidad no es secundaria, sino más bien un factor estructurador de la gestión del desarrollo científico y tecnológico y la innovación.
Por su parte, Mauricio Escudey hizo su presentación sobre “La Universidad del Siglo XXI”, trabajo que realizó junto con Sebastián Lillo. Allí señala datos de la realidad nacional. Chile tiene una razonable matrícula de pregrado, pero es muy baja la de doctorados (0.6%); una buena productividad científica, cuantitativa y cualitativamente dimensionada; una muy baja participación en innovación, medida por solicitudes de patentes de residentes; una baja inversión en I y D (0,43% del PIB, en 2010), en relación con los países OECD, que en promedio tienen 2,3%, al ritmo de crecimiento actual llegaremos a esos niveles en 2067.
A su vez, observa que las universidades son responsables por la mayor parte de la producción en I y D, pero sólo 15 de ellas (25%) están acreditadas institucionalmente en esa área y 10 (17%) tienen acreditados sus programas de postgrado.
Afirmó además que es necesario estimular el ámbito de la innovación si Chile quiere llegar a ser un país desarrollado.
Respecto de la institucionalidad para el desarrollo de la I+D+I presentó información que indica que aquellos países que tienen ministerios de Ciencia y Tecnología están en mejores posiciones de gasto en I+D como % del PIB y en número de investigadores por millón de habitantes.
También planteó la pregunta: ¿qué podemos hacer como modelo para tener universidades de clase mundial?, manifestando tres puntos centrales: la necesidad de establecer políticas país, metas y objetivos a donde se quiere llegar; necesidad de establecer áreas estratégicas de desarrollo, y necesidad de un aumento de la inversión también por parte de la industria.